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INTELIGENCIA EMOCIONAL - I

LANDER GOIKOETXEA , 09/12/2013

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Nos ha ocurrido muchas veces, nos hemos bloqueado, hemos sentido miedo, nos hemos sentido incapaces de tomar una decisión, hemos visto a un/a jugador/a llorar por su frustración en un partido, sentirse deprimido/a por un mal partido…son tantas las emociones y sensaciones que nos transmite el baloncesto que pocas veces podemos controlar todas las respuesta que damos o nos dan.  Por eso el entrenador ha de estar preparado en la Inteligencia emocional, que le hará ser capaz de controlar sus emociones y actuar más racionalmente que emocionalmente y en un segundo plano la empatía con los jugadores, que le ayudará a comprender mejor el estado emocional de su equipo para así poder sacar todo el potencial que en ellos/as encierran.


Podemos definir la inteligencia emocional como, la habilidad para comprender emociones y equilibrarlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento, con el objetivo de obtener mejores resultados. ¿Pero cómo hacemos esto? ¿Cómo trabajaremos nuestra inteligencia emocional?


La inteligencia emocional se compone de los siguientes elementos, o pasos: valoración, autoconciencia, autocontrol, empatía, motivación y habilidad social. 

En el mundo del entrenador de baloncesto, la pérdida de control y la presión son continuas y es fundamental realizar una adecuada gestión de nuestras emociones si deseamos mantener nuestra capacidad de decisión intacta. Gran parte del tiempo las situaciones y las personas son distintas a lo que deseamos que fueran. Nuestras emociones son maneras de responder ante ciertas situaciones. No elegimos nuestras emociones pero si podemos dirigir nuestras reacciones emocionales, regular, controlar o eventualmente modificar nuestros estados anímicos y sentimientos. Si nos planteamos la vida como una serie de situaciones que requieren algún tipo de respuesta, entonces, ninguna situación en sí misma es un problema. Lo que las convierte en problema es la ineficacia de nuestra respuesta.


Nuestra respuesta a las diferentes situaciones se manifiestan a tres niveles: pensamiento, emoción y conducta.  Debemos desechar la reacción habitual de buscar sus causas de nuestra conducta fuera de nosotros, centrándonos en lo que debemos superar y lo que podemos hacer en nuestra área de influencia.

 

En resumen, nuestras emociones no las podemos elegir pero si nuestra respuesta ante ellas, ser capaces de entenderlas y actuar en consecuencia. Y aquí es donde viene el primer elemento de la inteligencia emocional: La Valoración.

 

 

VALORA LA SITUACION EN LA QUE TE ENCUENTRAS
 

Para poder actuar sobre nuestras emociones primero debemos valorar la situación en la que nos encontramos, la realidad que estamos viviendo. Todos como entrenadores hemos vivido alguna situación que nos han estresado o desagradado en los partidos o entrenamientos, pero debemos valorar si nuestras respuestas están siendo las correctas, ya que las emociones no las podemos controlar pero si las respuestas al estrés momentáneo. Pongamos un ejemplo claro, partido de liga regular que no afecta a nuestra clasificación, faltan 30 segundos y perdemos de 2, y un/a jugador/a que nosotros dirigimos comente un error perdiendo el balón, por supuestos sentimos enfado, esta es la emoción, y nuestra reacción, bronca, grito, … múltiples según el entrenador, pero como el partido era intranscendente nuestra reacción es comedida. Pongamos una segunda situación, final de la liga, el que gane el partido se alzará campeón, faltan 30 segundos y perdemos de 2, y un/a jugador/a que nosotros dirigimos comente un error perdiendo el balón, volvemos a sentir enfado, pero esta vez, el grito, la bronca, incluso las descalificaciones adquieren un tamaño mucho mayor. ¿Por qué? La situación es la misma, un error que nos puede costar el partido, ¿Cuál es la diferencia entre el primer caso y el segundo? La diferencia es clara, el estrés, la ansiedad, el miedo, y los deseos y esperanzas nuestras eran diferentes en ambos casos. En el segundo caso, nuestra carga emocional era tan grande que no la hemos podido controlar, mientras que en el primero era tan pequeña que casi no nos ha afectado.

 

Por tanto debemos comenzar a controlar nuestras emociones con una valoración, una valoración de nuestra actitud, de nuestras reacciones, de nuestro carácter, de nuestras respuestas, en resumen tomar conciencia de quienes somos emocionalmente, y sobre todo de quienes somos emocionalmente en el ámbito del baloncesto, no estaría de más preguntar a las personas que nos rodean en esos momentos, jugadores, otros entrenadores, familiares... Una vez que sepamos quienes somos comenzaremos con el siguiente paso, La Autoconciencia.

 

CONCIENCIACION Y RECONOCIMIENTO DE UNO MISMO: AUTOCONCIENCIA

 

Una vez que hayamos valorado nuestras reacciones emocionales empezamos a comprender nuestro cuadro emocional y a nosotros mismos. Ahora debemos tomar conciencia de cuando nuestro estado emocional está siendo perjudicial para nosotros, cuando comienza a bloquearnos o provocarnos reacciones desmedidas. Nuestro cuerpo no solo nos genera emociones sino que nos avisa de ellas mediante tics o gestos, si conseguimos reconocer estos gestos en el momento en el que ocurren podremos tomar medidas para ser emocionalmente inteligentes

 

Pondré un ejemplo de mi propia persona, pues he llegado a reconocer algunos de los tics que me avisan de las emociones que se están provocando en mi interior. El miedo, se me presenta como un que la mayoría compartiréis, esas “mariposas en el estómago” que muchos tenemos ante un partido importante, una especie de malestar en la boca de estómago, como un vacío o inquietud. 

La frustración baja más abajo, en los dedos de los pies, cuando comienzo a sentirme frustrado y el equipo no juega o no hace aquello que yo tenía planeado, por mucho que lo intenten, comienzo a sentirme frustrado y mis dedos de los pies se doblan haciendo fuerza, esto me avisa de que empiezo a frustrarme, y quizá mis reacciones vengan determinadas por ese sentimiento. El enfado, ante errores de los/as jugadores/as, ante el arbitraje, ante el mundo en general,  llegan en forma de bruxismo, apretando fuertemente la mandíbula, señal inequívoca de que estoy a punto de explotar.

 

Ahora debéis buscar esos gestos y tics que os avisan de vuestras emociones, reacciones naturales del cuerpo ante lo que está sucediendo. Si reconocemos una emoción a tiempo podremos actuar sobre ella, si nos coge de improvisto, poco podremos hacer sino volver al punto anterior y valorar la situación. Una vez valorada nuestra respuesta ante las emociones y determinado los tics que nos avisan de ellas estaremos preparados para el tercer paso: El Autocontrol

 

CONTROL DE LAS EMOCIONES PROPIAS Y SU REACCION: AUTOCONTROL

 

“Quien se controla a sí mismo, no tendrá dificultad alguna para gobernar con eficacia. Al que no sabe gobernarse a sí mismo, le resultará imposible ordenar la conducta de los demás”  Confucio.

 

Como bien dice la frase acuñada por Confucio, debemos saber dominar nuestras emociones para asi ser equitativos y racionales a la hora de tomar decisiones, esto nos lleva al autocontrol, de esta manera nuestro trabajo como entrenadores se basará en la razón y no en un cumulo emocional.

 

El autocontrol de las emociones no conlleva su supresión o negación, debemos tener emociones, pero debemos saber entenderlas y conocer nuestra reacción con ellas, convirtiéndolas en un arma a nuestro favor. Es decir, debemos entender el porqué de las emociones que estamos viviendo, debemos ser capaces de distinguir la fuente que nos genera la emoción, depurando “responsabilidades” en la situación que nos ha causado dicha emoción y a continuación buscar una salida de la situación incómoda que estamos viviendo, para convertirla en algo positivo. Debemos tener en cuenta que si conocemos la razón por la que se da una emoción podremos encontrar más fácilmente su solución.

 

Pongamos un ejemplo que todos hemos vivido como entrenadores, nuestro equipo no es capaz de coger los rebotes, y estamos regalando posesiones al equipo contrario. El enfado crece en nosotros, y en 90% de los casos el grito seria el mismo: “¡¡pero coged el rebote!!”. ¿Acaso el/la jugador/a no lo esta intentando? Con el autocontrol, cuando notemos que la emoción del enfado viene a nosotros deberemos analizar el porque, por que no cogemos el rebote. ¿Tenemos los/las jugadores/as idóneas para coger el rebote teniendo en cuenta el equipo contrario? ¿Estamos cerrando bien el rebote? ¿Su ataque nos saca de nuestra zona y no tenemos oportunidad?... Una vez sepamos la causa del porqué de la situación que nos causa el enfado podremos ponerle una solución racional dentro de nuestras posibilidades. De esta manera habremos controlado nuestra emoción y habremos sacado algo positivo de ella.

 

PROXIMAMENTE LA SEGUNDA PARTE

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